El artista zamorano inauguró la exposición el pasado 16 de julio y se podrá visitar hasta el próximo 20 de octubre de forma gratuita
La exposición estará formada por obras realizadas sobre papel que versan sobre las preocupaciones de su creador, Antonio Vázquez-Martín, como la relación entre el espacio y el ser humano, o la circularidad de los procesos creativos contemporáneos e importancia de la imagen. La base del trabajo son las texturas, una técnica basada en pequeños gestos repetitivos que genera resultados realmente evocadores y potentes. La exposición tendrá lugar en la rampa del Museo Etnográfico de Castilla y León, y como bien apuntamos, se podrá visitar de forma gratuita hasta el próximo día 20 de octubre.
Reciéntemente, el propio autor publicaba esta presentación sobre la actual exposición: “Desde los inicios de mi actividad, he indagado con detenimiento sobre cuestiones como el espacio y nuestra vinculación con él, y más recientemente sobre las derivaciones del dibujo, la circularidad de los procesos creativos contemporáneos y el estatus de la imagen.
Las texturas son el punto de partida de este nuevo proyecto, la textura como espacio conceptual generador de ideas. La intensa, rigurosa y novedosa práctica de esta técnica parte de pequeños gestos repetitivos, y donde cabría prever rigidez y monotonía, el resultado nos sorprende con imágenes y escenografías de una gran potencia sensorial y evocadora.
Mediante procesos de frottage, trazo sistemático y la repetición de elementos gráficos mínimos -rayas, puntos, trazos y, más recientemente, el polvo del propio grafito-, elaboro un discurso desde el cual reflexiono sobre los tiempos de la mirada, el significado de las imágenes y su proceso de consolidación mental; sobre las posibilidades que ofrece el paisaje como campo de transformación simbólica, y finalmente, también, sobre la experiencia estética como sublime catarsis, en un presente que huye de semejante responsabilidad.
En este sentido me expreso a través de lo mínimo, moviéndome en terrenos intangiblemente efímeros y subjetivos, y trato de poner al público ante un espejo, donde solo podremos encontrar tanto como estemos dispuestos a dar: la experiencia a través de la experiencia.
El proyecto -que siempre se sabe cuándo empiezan pero nunca cuándo acaban- exige una toma de conciencia del paso del tiempo y de la dimensión del sujeto-artista y espectador -implicado en unas obras que en ocasiones constituyen verdaderas arquitecturas invasoras. Con estas acciones no solo registro y manipulo el espacio desde el detalle en un proceso meditado y de fondo abstracto, sino que reflexiono sobre un imaginario visual en el que estamos todos representados y ante el que nos encontramos permanentemente sobreexpuestos.”